Vivir solo tras sufrir un ataque al corazón está asociado con un mayor riesgo de morir en los cuatro años siguientes, mientras que carecer de ayudas en el hogar se vincula a una menor calidad de vida justo un año después de sufrir este episodio. Así lo advierte un estudio liderado desde la Yale School of Medicine, cuyos resultados se publican en ‘American Journal of Cardiology’.